¿Qué supone la incontinencia anal?

La incontinencia anal es la incapacidad de controlar voluntariamente la expulsión de heces y gases. Se trata de un padecimiento realmente frecuente y que causa una importante alteración de la vida en sociedad, aunque es habitualmente poco manifestado por la reticencia de los pacientes a expresar su problema. En ocasiones se asocia a los escapes de orina, sobre todo en pacientes de edad avanzado.

¿Cuáles son sus causas?

Son múltiples. Aparte de la debilidad muscular asociada a la edad, cualquier lesión de los esfínteres del ano bien por un parto, accidente, intervención quirúrgica entre otras, puede impedir el cierre adecuado del mismo. Especialmente las lesiones en el parto pueden producir además una lesión de los nervios relacionados con estos esfínteres, agravando el problema. Estas pueden producir incontinencia inmediatamente, o en ocasiones aparecer o años después, cuando se suman más factores.

Otras causas son las enfermedades inflamatorias, tumores, propaso del recto, etc. Incluso la diarrea crónica o el síndrome del intestino irritable, puede producir escapes de heces líquidas y necesidad de ir urgentemente al ase. También la diabetes, transtornos neurológicos, mentales o radioterapia pueden originarla.

¿Cómo valorarla?

Para poder plantear un tratamiento adecuado, es fundamental la evaluación completa. Ello incluye una entrevista rigurosa en la que se analice el problema, su magnitud e impacto en la vida de relación, los factores condicionantes como los partes, hábitos defecatorios, enfermedades, medicación, intervenciones previas, etc. Es necesaria una exploración anorrectal exhaustiva. Además se requiere exploraciones complementarias como la Ecografía endoanal, que permite ver directamente de un modo preciso la anatomía de la zona y sus posibles alteraciones; la Manometría, consiste en la medición de la presión y funcionamiento de los esfínteres anales o en ocasiones la Electromiografía, Resonancia magnética o Video-defecografía.

¿Tiene tratamiento?

La incontinencia anal puede curarse o mejorar en gran parte de casos. El tratamiento puede oscilar desde simples normas higiénico-dietéticas o el empleo de alguna medicación, al entrenamiento y reeducación de los esfínteres anales, lo que se denomina biofeedback, y consiste en enseñar a coordinar y potenciar la contracción de los esfínteres para evitar los escapes. En otras ocasiones, podemos estimular la respuesta de los nervios que gobiernan los esfínteres anales, con técnicas como la neuromodulación de raíces sacras, que requiere solamente una mínimo cirugía bajo anestesia local, o la estimulación de un nervio desde el tobillo (tibial posterior), ambas de forma ambulatoria.

También podemos inyectar en el ano, a veces en la propia consulta, sustancias de relleno para subsanar pequeños defectos esfinterianos o para crear un mejor cierre del conducto anal. Finalmente, otras pacientes requieren cirugía para restablecer su continencia anal, bien reparando los esfínteres lesionados (esfinteroplastía) o incluso sustituyendo el esfínter por otros músculos. También, en los casos en que está indicado, puede implantarse un esfínter anal artificial. La colostomías (ano artificial en el abdomen), solo es necesaria en contadas ocasiones.